Monday, January 22, 2007

¿Por qué la cara de la Luna que vemos teine menos cráteres que la cara que no se ve?¿Qué es un eclipse?

La cara oculta de la Luna

La Luna tarda en dar una vuelta completa alrededor de la Tierra el mismo tiempo que sobre su eje, en otras palabras, el movimiento de rotación y de traslación de nuestro satélite duran lo mismo, y es por esto que desde la Tierra siempre observamos la misma cara de la Luna. La cara oculta es muy similar a la visible, con la excepción de que no tiene "mares" y tiene más cráteres.

Cara de la Luna que siempre vemos desde la Tierra.
Isaac Asimov, La Luna, Correo del Maestro / La Vasija, México, 2004.
Cara de la Luna que nunca vemos.
Isaac Asimov, La Luna, Correo del Maestro / La Vasija, México, 2004.

Tan importantes como los primeros mapas de la superficie de la Luna realizados por Galileo, fueron las misiones espaciales Apolo realizadas de 1969 a 1972, pues aumentaron enormemente la cantidad de información sobre nuestro satélite y con ello las concepciones que se tenían sobre su origen y evolución. El análisis de las rocas lunares que trajeron las misiones Apolo, junto con las medidas geológicas y las fotografías tomadas tanto en la superficie como en órbitas alrededor de la Luna, hicieron cambiar las teorías existentes sobre su origen y a la vez dieron los fundamentos para un nuevo enfoque al respecto. Aunque todavía no existe una teoría que logre explicar completamente la formación y evolución de la Luna, los científicos han propuesto que se formó hace 4500 millones de años, como consecuencia del impacto de un objeto del tamaño de Marte, cuando la Tierra estaba recién formada. Este impacto provocó que trozos de material de nuestro planeta se desprendieran y con ellos se formó nuestro satélite.

Tierra vista desde la Luna. Nótese su fase creciente.
Isaac Asimov, La Luna, Correo del Maestro / La Vasija, México, 2004.

El estudio de la Luna no sólo ha sido importante para entender su origen y evolución, sino que también ha sido un laboratorio natural para estudiar la geología de los planetas del Sistema Solar. Como ya dijimos, en la Luna hay rocas de 4000 millones de años que nos dan información sobre la historia temprana del Sistema Solar de la que no disponemos en la Tierra. Más aún, entender la formación de la Luna y su historia nos ayuda a conocer más acerca de nuestro planeta ya que, al parecer, desde su origen la Luna ha estado estrechamente ligada a la Tierra.

Los eclipses»|
Los eclipses ocurren como consecuencia de la revolución de la Luna alrededor de nuestro planeta, y se producen cuando la Tierra, la Luna y el Sol se encuentran alineados. Existen dos tipos de eclipses: cuando la sombra de la Tierra cubre la superficie de la Luna, se trata de un eclipse lunar; en cambio, cuando la sombra de la Luna cubre la superficie de nuestro planeta, se trata de un eclipse solar.



La órbita de la Tierra alrededor del Sol describe un plano denominado "eclíptica", que está inclinado siete grados con respecto al ecuador solar. La Luna, por otra parte, orbita alrededor de la Tierra en un plano cuya inclinación con respecto a la eclíptica es de cinco grados.

Esto significa que la Luna transcurre la mayor parte del tiempo por encima o por debajo de la eclíptica. Los puntos en donde la órbita de la Luna intersecta el plano orbital de la Tierra se denominan nodos, y son dos: el ascendente y el descendente. Precisamente, debido a que el plano orbital de la Luna no es coincidente con la eclíptica, los eclipses no son un fenómeno frecuente. Sólo cuatro veces al año se da una configuración en la que los tres astros se encuentran sobre una misma recta, que intersecta ambos nodos.



Durante la mayor parte de las ocasiones en que la Luna se encuentra entre el Sol y la Tierra (durante la fase de Luna nueva), o la Tierra se encuentra entre la Luna y el Sol (durante la fase de Luna llena), la Luna se encuentra por encima o por debajo del plano orbital terrestre, lo que evita la perfecta alineación de los tres cuerpos para que pueda producirse un eclipse lunar o solar. La sombra proyectada por la Tierra sobre la Luna (o viceversa) se divide en dos zonas, una central, más oscura, llamada umbra y una periférica, más clara, llamada penumbra.



Los eclipses solares se dan siempre durante la fase de Luna nueva, y pueden ser totales (cuando se oculta completamente el disco del Sol), parciales (cuando se oculta apenas una porción del disco solar) o anulares (cuando el disco lunar queda contenido dentro del disco solar, y puede verse un "anillo" brillante a su alrededor).

Los eclipses solares totales se producen por una singular coincidencia: cuando la Luna esta en su perigeo (es decir, el punto de su órbita elíptica más cercano a la Tierra) el diámetro aparente de la Luna en el cielo terrestre, que es de medio grado, es prácticamente igual al diámetro aparente del Sol, que es cuatrocientas veces más grande que nuestra Luna, pero está cuatrocientas veces más lejos de nuestro planeta.



Esto hace que durante un eclipse solar total, el cielo se oscurezca de manera similar a una noche de Luna llena, y sólo la débil atmósfera del Sol resulte apreciable gracias a la ocultación completa del disco solar por parte de la Luna. En cambio, si la Luna se encuentra en su apogeo (el punto de su órbita elíptica más alejado de la Tierra) su diámetro aparente en nuestro cielo será menor, por lo cual no alcanzará a cubrir completamente el disco solar: se produce entonces un eclipse solar anular.



Los eclipses lunares pueden ser penumbrales (cuando la Luna atraviesa solamente la penumbra terrestre), parciales (cuando sólo una parte del disco lunar atraviesa la umbra terrestre) y totales (cuando la totalidad del disco lunar atraviesa la umbra terrestre).

Los eclipses de Luna se dan siempre durante la fase de Luna llena, y pueden ser observados desde cualquier lugar de la Tierra donde sea de noche. Un 35% de los eclipses lunares son del tipo penumbral, bastante sutiles y difíciles de observar. Otro 30% es del tipo parcial, y puede verse a simple vista, mientras el 35% restante es del tipo total, los más espectaculares por la gama de colores que pueden apreciarse en el disco lunar.



Durante un eclipse lunar total, la Tierra impide la llegada directa de la luz solar a la superficie de la Luna mientras ésta se encuentra dentro de la umbra. Sin embargo, las capas superiores de la atmósfera terrestre refractan los rayos solares rasantes que delimitan la sombra de la Tierra, filtrando la luz verde y azul. Esto hace de la fase total de un eclipse lunar un fenómeno llamativo, ya que la luz difusa refractada por la Tierra baña la superficie lunar con tonalidades anaranjadas o rojizas.

El astrónomo francés André Danjon estableció una escala para clasificar los eclipses totales de Luna de acuerdo a la luminosidad (L) del disco lunar. De acuerdo a esta escala, se asignará a L un valor de 0 a 4, que dependerá de la apariencia del eclipse.


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